Las Rosas en la Arquitectura Gótica
Autora
Susana Ferrer
La arquitectura Gótica surge a mediados del siglo XII en la Ile de France, Paris, Francia, de las reformas que el Abad Suger inició en la Abadía de Saint Denis, entre los años 1140 y 1144. Durante los siguientes tres siglos se fue difundiendo por toda Europa, aunque en cada país fue adquiriendo las características particulares de la región.
En esa época los constructores ya abandonaban el pesado estilo Románico, ya que habían comenzado a usar elementos nuevos, como los arcos en punta
y bóvedas de crucería, lo que permitía dar más altura a las construcciones de los templos. Esta altura, a su vez, estaba compensada con un complejo sistema sustentante de arbotantes y contrafuertes.
La expresión más fuerte de este estilo se dio en la construcción de Catedrales, donde se pudo aplicar, gracias a esos ventanales, lo que se llamó la “Teología
de la Luz”, ya que la identificaba como una manifestación de la divinidad.
Al afinarse las paredes, se pudieron colocar grandes vitrales, reemplazando a las mismas. Desde la antigüedad, los artesanos han encontrado en el vidrio
inspiración, ya que con él se pueden producir obras extraordinarias. Y, cuando está coloreado, toma formas caleidoscópicas. Los vidrios se pintan
con una pintura especial, llamada Grisalla, compuesta de pigmentos minerales, óxidos metálicos y vidrio, permitiendo a los artesanos obtener diferentes colores. Este debe estar caliente, para fijar el color. Una vez que el vidrio se enfría, se cortaba en esa época utilizando un punzón de hierro y luego viene el glazing, que es fijar las piezas en su lugar, mediante tiras de plomo. Esta técnica se mantiene intacta desde tiempos medioevales.
En un principio, los colores son vivos y saturados, con predominio del azul y el rojo, pero ya en el siglo XIV aparece el amarillo de plata, dándoles un reflejo dorado nunca visto. Es el auge del arte de los vitrales.
Este estilo se vinculó al desarrollo urbano y al poder cada vez mayor de reyes y obispos, en la Baja Edad Media. El auge de las ciudades estimuló la construcción de Catedrales, que tomaban de modelo a la de Saint Dennis. Estas Catedrales eran construcciones donde participaba toda la ciudad, con aportes de dinero o trabajo. Su construcción demandaba años, a veces varias generaciones trabajaron sucesivamente en sus obras. Se las consideraba el centro de la vida urbana y eran motivo de competencia entre ellas.
Para agregar más luz a los interiores, se colocaron grandes ventanales redondos son los llamados Rosetones, elementos típicos de las catedrales góticas. El nombre se debe a su forma, que recuerda a una rosa. Esta rosa, era posiblemente una rosa gállica, con sus cinco pétalos formando un círculo,
que fue traída a Francia desde oriente por los Cruzados y fue la primera rosa que fue plantada en el país. A eso se debe su nombre, no por ser originaria de las regiones gálicas. Fue dedicada a la Virgen María, e identificada con ella. Tenía propiedades medicinales, y se la plantaba en los jardines de hierbas curativas en los monasterios, donde se utilizaban sus escaramujos, ricos en vitamina C para curar diferentes dolencias, sus aceites para preparar ungüentos y pomadas para la piel, además de en perfumería.
Los Rosetones se encuentran generalmente en dos lugares: en el cuerpo principal de la iglesia y en los extremos de los transeptos, que son las secciones más cortas del plano de la planta de la misma y que le dan la forma de cruz poco profunda. Estas grandes Rosas, que cuentan las historias sagradas, iluminan con su luz mística el interior de las catedrales, elevándonos el espíritu y acercándonos a Dios.
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