Los Impresionistas y las Rosas
Autora
Amparo Pieruzzini – paisajista
El impresionismo es un movimiento pictórico que surge en Francia hacia fines del siglo XIX en contraposición de las fórmulas artísticas impuestas por la Academia Francesa de Bellas Artes, que fijaba los modelos a seguir y patrocinaba las exposiciones oficiales en el Salón parisino. París era el centro mundial del arte. La gran exposición nacional, el Salón era el acontecimiento anual en que la pintura y la escultura florecían en Francia. El jurado tenía poder absoluto. Los pintores con ideas nuevas no eran aceptados y sólo después de muchos años de esfuerzos conseguían serlo Las protestas de todos los pintores rechazados en 1863 lograron que se estableciera un salón auxiliar al mismo tiempo que el oficial. Se llamó Salón des Refusés (Salón de los Rechazados) y el público decidía por sí mismo si el jurado tenía razón o no Edouard Manet (1832-1883) fue de los primeros en vivir estos momentos. Más tarde llegaría un grupo de pintores más jóvenes que Manet, entre ellos Claude Monet quien organizó en 1874 una exposición propia junto con otros pintores. Los críticos encontraron absurdo el título que Monet diera a uno de sus óleos, “Impresión de un amanecer” por ello calificaron burlonamente de “Impresionistas” a todo el grupo que exponía. El objetivo de los impresionistas era representar en sus telas al mundo como lo veían en un momento determinado, de manera directa y no elaborado en un taller como era la costumbre en ese entonces.
Los impresionistas eliminaron los detalles minuciosos y surgieron las formas. Emplearon los colores primarios (azul, rojo y amarillo) y los complementarios (naranja, verde y violeta) realizaban pinceladas de color cortas y yuxtapuestas sobre el lienzo
La pintura impresionista se centra en los efectos que produce la luz natural y no en la representación exacta de sus formas. Las formas compuestas por colores varían en función de las condiciones atmosféricas.
Las rosas aparecen como motivo en las pinturas de los impresionistas más que cualquier otra flor.. De todos los pintores impresionistas ninguno era tan hábil para pintar la rosa como Pierre August Renoir (1841-1919 Limoges, Francia) y la rosa se convirtió en su flor favorita. Pintaba jardines de rosas, las incluía en los sombreros, escotes , en las cabezas y como adorno. Pero siempre presentes en sus pinturas.
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